sábado, 13 de diciembre de 2008

Poema de juventud

Hace años, cuando tenía como unos 17, escribí un poema que la vida se ha encargado recordarme a través de un enviado provervial. Es cursi, chafa, sin técnica, pero a fin de cuentas es mio y me gusta. Lo transcribo:

No hagas caso del ánima que especula.
No hagas caso del triste recuerdo que atormenta,
que domina,
que busca aniquilarte
y que no sabe,
que tú estás,
que tú eres,
que tú serás.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Carta a Marvin


Amigo:

A veces llego a creer, como Bubber, que efectivamente lo que nos mueve a evolucionar es la soledad y la crisis. Luego, una gota fría de sudor me trae a la realidad y me doy cuenta que somos lo que somos, siempre que avancemos en esto que se llama vida, en que dejemos atrás las adversidades. Por eso admiro tanto tu fuerza de voluntad para, aun cuando estés depre o cargandote literalmente la chingada, salir adelante. Lograr el objetivo, por mamón que suene.

Leí con mucho detenimiento tu respuesta a mi artículo “Yendo al cine solo”. En verdad que preferiría muchas veces, dormir y dormir… evada la realidad, permanezca dormido. O como solíamos decir cuando no nos preocupaba tomarnos una cerveza en cualquier lugar y a cualquier hora: evada la realidad, permanezca borracho. ¿Dónde quedó la esencia? No sé, quisiera encontrarla y retomarla, pero el miedo es superior. El miedo a que la mayoría de las convocatorias para cuestiones académicas expiran a los 30 años de edad. Ya no somos jóvenes, estrictamente hablando. Y eso me da miedo. Me da miedo el no tener una casa, una situación sentimental estable, me da miedo no saber inglés, no conocer el mundo, me miedo tenerun diente picado; comenzar a ser adicto al trabajo, a falta de una mejor razón para llegar a mi casa. El miedo, poderoso caballero, creo que más que el dinero. Aunque quién sabe, habría que preguntarle a os sicarios.

Tengo miedo. Jajajaja. ¿Te has fijado que el famosísimo "tengo miedo" es más o menos de nuestra edad? Jajajaja. Bueno, eso creo. Lo peor del caso es que se supone que somos el ejemplo de la juventud hidrocalida (sic). Bueno, en realidad lo fuimos, tu en el 2007, yo en el 2003. Ahora soy solo un remedo de lo que fui, y ni siquiera puedo poner en claras las situaciones con los dos aspectos más importantes de mi vida: el sentimental y el profesional.

Sabes, últimamente tú y Carlos Flores son mi sostén. Por eso no te debes de desanimar y al contrario empujar, duro y adelante. Como dirían los viejos priístas, atrás, ni para agarran vuelo. Aunque a veces es bueno contraerse, bajar la guardia. En fin, que estoy de capa caída y me auxilian tus consejos. Por eso, cuando los comentarios son hirientes o demasiado agresivos, reculo rápido y lo reclamo. A veces son bromas, aunque muy macabras, como aquellos cuentos que escribías cuando 20. Pero no está el el horno para bollos.

Últimamente tengo sueño, así que ya me voy a dormir. Sé que la carta no es lo que esperabas, pero no sé, esta semana se me apagaron las ganas de escribir.

Lo que sé claro es que te estimo y te doy las gracias por el apoyo.

Rubén

lunes, 24 de noviembre de 2008

Flores para Rubén


Hoy amanecí un poco triste. Un poco depre. Un poco cansado. Y eso que el fin estuvo tranquis. El sábado acudimos a una comida del MT(Movimiento Territorial del PRI) con todo lo que implica este tipo de eventos: mucha gente, mucha comida, y sí, algo de desorden. Tengo que confesar que soy contrario a este tipo de eventos, que me parece que representan al viejo PRI, pero sobre esto volveré en otra ocasión. De ahí a la fiesta del DIp. Enrique Rangel. Una fiesta muy contempo, condos tipos treintañerones, por no decir pegándole a los 40, tocando con una guitarra, una compu, y una bateria electrica o caja de ritmos. Su música estaba chic: una especie de electrónico suave, rock-pop electrónico, con suaves coqueteos al ambient y al world music. Mientras tanto los invitados comiamos taquiza y le entrabamos al destilado de nuestra preferencia. Le creme de le creme política. En la noche abandoné a mi jefe en esa fiesta y me fui con el Marvin al cantares. La verdad que todas las canciones me deprimian. Y es que puro pop, y al fin entendí del porqué es tan popular el género. Ciertamente no me imagino letras melosas de King Crimson o Lacrimosa (bueno, de este último sí, pero la música no le ayuda). En fin que como dijo ese grupo de culto, "mientras tenga que cambiar la radio de estación..."... en chiste de todo es que mejor me salí del Cantares y me fui a la casa. Y ayer se me fue el día analizando leyes de ingresos.

El punto es que amanecí triste, con flojera, medio depre. Y encontré una solución: me compré flores. De mí para mí. Me sentí, caminando en el centro de la ciudad, como Bill Murray en Flores Rotas , sobretodo por su aspecto deprimente y de looser que tanto le ha resultado en sus últimas películas (Lost in Translation). En fin, que me he comprado flores.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Yendo al cine solo.

Es lo que me queda: ir al cine solo. La última vez que fui acompañado a mí compañera no le gustó nada la película que escogí: no era la primera vez que alguien se quejaba.

Hace como 9 años invité a una amiga del grupo donde hablábamos del uso alternativo del derecho a ver Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor, de Julián Hernández. Tendré que ponerlos en antecedentes: ella acostumbrada al cine de Holywood, perteneciente a una Universidad cercana al Opus Deí, y con claras tendencias de derecha. La película: un crudo relato visual del recorrido de un adolescente gay a través de las rudas calles del DF, buscando cariño y amor. La imagen es bella, pero para cualquiera que esté acostumbrado al discurso dulce, rápido y sensibilero de las pelis gringas, pues una cinta que se toma su tiempo en fotografiar el sufrimiento por falta de amor, y que estrecha esto de manera cruda con el sexo entre homosexuales, pues le resultará una porquería de película. De hecho, así pensó mi amiga, de tal forma que me pidió de una manera bastante amable: no me vuelvas a invitar. Y sí, a partir de ese día procuré ir a la Muestra Internacional de Cine solo. Y es que siempre que invito a alguien a ver una película de las que podríamos llamar de “arte” o “alternativa” (valga el término para contraponerlo a los churros gringos) le atino a la que resulta más agresiva, más lenta, o experimental (como aquella vez que llevé a mis alumnos a ver Dogville de Lars Von Trier)

Y esta no fue la excepción: Quémese después de leerse. Cuando llegó a su fin, de una manera bastante absurda, mi compañera no pudo sino poner cara de what, y preguntarme si en verdad era el final, una broma o algo así. “¿Y George Clooney? ¿Y Bradd Pitt? ¿Cómo que es tan aburrida si ellos la protagonizaron?”. ¿Cómo explicarle que los hermanos Cohen trataron de satirizar a los gringos, pero sin caer en los excesos? En pocas palabras una parodia en serio. ¿Cómo explicar que lo que buscaba la película era burlarse de los personajes y sus manías, sin caer en el absurdo? Y mira que lo lograron. En especial con un excelso Bradd Pitt en papel de un estúpido y vanidoso, pero buena onda, entrenador de Gym; un Malcovich haciendo las veces de un despedido agente de la CIA, alcohólico, cornudo, y fracasado. Y claro, Clooney como extraño pervertido sexual que recorre infinidad de parejas y que después de hacer el amor necesita hacer ejercicio, correr.

Un retrato de la sociedad gringa, con todas sus fobias y filias.

Sin embargo, concuerdo con mi amiga, a veces cuando uno va en domingo al cine, se espera ver una película no que le recuerde lo miserable y absurdo que es el mundo (pues esto ya lo empiezas a sospechar ya que al día siguiente será lunes), sino algo que te motive a continuar la vida, que te muestre el lado rosa de las cosas, y que cuando salgas de ese letargo y ensueño que es la pantalla, creas que tu vida será igual de bonita que la de los protagonistas.

Así que concuerdo con ella. Qué miserable película. Próxima vez, buscaré algo más tranquis y dejaré de hacerle caso a las críticas intelectualoides de La Jornada, Letras Libres y parafernalia.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Carta a una amiga

Hola:

Nos encontramos en un café céntrico de la ciudad, uno al que hace años que no iba. Fue curioso verte, la misma niña que fue mi mejor amiga hace 14 años y por casi 5 años, pero con los rasgos marcados de la década de los treintas, un rostro juvenil, pero maduro, unas ojeras no profundas pero perceptibles, y el caminar cansado de un día de más de 10 horas de trabajo; tú lo dijiste, estábamos entrando a la crisis de los jóvenes-adultos con todo lo que implicaba: necesidad de posicionamiento social, un buen suelo, bienes materiales, trabajo en exceso (workaholic) y claro, el estar aún solteros que tiene su peso positivo y negativo. Lejos de alegrarnos con efusividad por los años de ausencia nos saludamos con tranquilidad.

Platicamos de nuestros años de ausencia, y ante el pesimismo que mi rostro y ánimo arrojaban una vez que te platiqué de un momento doloroso de mi vida, me preguntaste con la mirada "¿Dónde está Rubén?" El signo de interrogación vino a mi cara y pensé como Joaquín Sabina "hoy dice el periódico que ha muerto el niño que yo fui..."

Pese a que pasaron muchos años, y hubo muchos cambios, al paso de una hora y media de plática, nos quedamos callados. Sin nada que decir. Era algo incomodo, hasta que comencé a reír, y sólo atine a describir qué extraño era habernos quedado sin plática, después de recorrer los temas más triviales y los lugares comunes: el clima, la salud de los padres, el divorcio de un hermano, los sobrinos. Ambos reímos, caímos en la cuenta de que el tiempo no sólo nos separó físicamente, sino que incluso nos hizo poco afines.

Caminamos al estacionamiento, ambos con la necesidad de que todo terminara, de separar esa incomodad extraña que experimentábamos. Y entonces cada uno tomó su camino. Me sentí como los protagonistas de Y tu mama también cuando al final de la cinta, se toman un café, más a fuerzas, que de ganas, solo por los viejos tiempos.

Al día siguiente recibí un correo tuyo, aplicabas tus clases de tanatología conmigo: me dabas ánimos para no desesperarme, e incluso tuviste la deferencia de contarme lo que te pasó en su tiempo, del cómo sufriste, la ausencia dé, el aferrarse a, el amanecer nublado.

Tienes razón, cuando se experimenta el sufrimiento, pueden pensarse cosas que parecerían descabelladas, intentar ideas hasta suicidas, pero, como razonó Schopenhauer, son totalmente lógicas, y más aún, son un justo derecho.

Sin lugar a dudas es necesario el transcurso de la vida: “el tiempo, mi querido Rubén, lo cura todo”. Sí, pero esas cosas sólo se aprenden por la praxis, rara vez por la teoría.

Me ha gustado mucho tu reflexión de las cadenas, esas malditas cadenas que uno sólo se amarra. Fantasmas del pasado que nos atan. Lo peor es que creemos que alguien nos las pone, cuando somos forjadores de nuestros propios grilletes, cuando somos quienes vemos moros con tranchete, un espejismo de nuestros propios errores.

¿Sabes? Yo siempre he sido muy comunista, en el buen sentido de la palabra. Considero a la comunidad por encima de la individualidad, dentro de lo necesario. Por ello creo en la vida de pareja, común; por eso creo en la necesidad de llevarse bien con la familia política, de decidir de manera democrática, y a veces renunciar a ciertas cosas, si la contraparte las necesita. Siempre dentro de lo normal, lo necesario para no perder tu propio yo. Respeto tu idea de “Mi pareja no es perfecta y yo tampoco, no comparto algunas ideas, pero yo seré responsable solo por mi bienestar y mi dedición de hacerlo que a mi me de la gana en mis tiempos libres…”, es más, la comparto, porque así debe de ser la vida, nacemos solos y solos morimos, pero tengo esa maldita manía del comunismo, de ser sociable. Ya lo decía Pérez-Reverte “Alatriste movió un poco la cabeza, pensativo, y luego miró su espada y su daga. Somos lo que somos, pensó”.

Mi querida amiga, gracias por el apoyo, como tu misma lo dijiste, sin condiciones, gracias por la intención, por las líneas, por las palabras.

Y como dijo el Caballero de la Triste Figura “menester es que yo os ofrezca lo mismo”.


Atte

Rubén

viernes, 7 de noviembre de 2008

Algunas cosas que quiero de cumple

Hoy que es mi cumple, he pensado algunas cosas que me gustarían de regalo:



1. Un disco autografiado de Polo Polo;
2. Una foto sexosa con Paquita la del Barrio;
3. Un autógrafo de Mario Almada (aunque no lo crean es el mexicano que más películas ha hecho ¡y no sabe escribir!)
4. La peli autografiada de “La corneta de mi general” (Luís de Alba y Cepillin)
5. Que no me regañen en mi trabajo (y que Alma me tenga a tiempo mi café);
6. Una taza de café Kopi Luwak;
7. Una vaquera o colegiala del play boy (¿yuju?)

Sigo pensando en más objetos....

martes, 4 de noviembre de 2008

Y dios hizo a Janis Joplin

Y dios hizo a Janis Joplin, y la reencarno para que en Aguascalientes, un 1 de noviembre, nos cantara Another Piece of my heart, canción emblemático por cuanto verdadera.

Y dios creó el Blues

Siempre he considerado que por más que el hombre se empeñe en crear destrucción, en generar el odio y la maldad, Dios les responde creando belleza ahí donde sólo parece existir el mal. Cuando apareció la Guerra en EUA, y mandaron a los soldados con sus instrumentos a dar cantos de muerte, regresaron e inventaron el Jazz, una vieja reminiscencia de la hostilidad que, esas paradojas que solo Dios se permite, se basa precisamente en la libertad de los ritmos, la libre improvisación.

Cuando a algunos sureños (por cierto muchos de fuerte ascendencia mexicana) se les ocurrió querer perpetuar la esclavitud y seguir considerando cosas a personas con una piel diferente, Dios les contestó con un canto triste, ondo y afroamericano: el blues, el único aliento de vida para muchos de esos campesinos-esclavos que inventaron el gospel, los estilos missisipi, el botle nick, y tantas cosas maravillosas con sólo una guitarra, o aquellas calabazas con cuerdas, primeros instrumentos de los negros esclavizados.

El sábado pudimos estar en el AGuas-Blues, maravilloso festival de Blues único en su tipo en el país. Enmarcado en el Teatro Aguascalientes, recordé una vez más a Dios: las cosas buenas de la vida son gratuitas. Por ello, con mis amigos (esas otras cosas a las que Dios les dio de cruz cargar conmigo) me serví unos whiskys en agua mineral, y nos pusimos a tronar los dedos, escuchando lo mismo covers que temas inéditos. La verdad que lo que más me gustó fue la interpretación de Another piece of my heart de una cantante puertorriqueña. Esquisita, la canción, la voz, y claro, la cantante.

A diferencia del Jazz del jueves, el teatro estaba a reventar. Claro, un festival con varios años de existir (al que he ido desde la segunda edición) tiene que generar expectación. Es maravilloso, se mueve desde la peiferia, se ha negado a vender la estafeta al gobierno, por lo mismo los apoyos para "Los amigos del blues" siguen siendo escasos y se mueve desde la sociedad civil, sigue sobreviviendo de las aportaciones de instituciones privadas o patrocinis, de la cooperación de los asistentes.

Y el blues, parafraseandome a mí mismo, me dio vida.

Cuando aparezca un nuevo libro a la Biblia, cuando alguien vuelva a ser elegido por Dios para ampliar su palabra escrita entre los hombres, tendrá que empezar parafraseando un programa de jazz de radio universal: y en el siglo XIX Dios creo el Jazz y el Blues, claros ejemplos del amor, la belleza y la armonia universales. Consuelo de los afligidos. Dios es jazz, dios es blues.

viernes, 31 de octubre de 2008

El jazz me dio Vida

El Jardin de San Marcos se encogió, y los bichos gigantes invadieron la ciudad. Caminaron por Carranza, olvidánsose de las leyes, lo hicieron en sentido contrario. Se comieron a un parroquano de "El Rosinal", y llegaron a la plaza de la patria en medio de música electrónica. Una especie de pequeño festival a a europea, al estilo Tecnogeist; con su dósis ecológica, los bichos son impulsados con energía humana: engranes empujados por unos pedales de bicicleta.

El martes, la ex escuela de Cristo se puso a danzar con el jazz del JAZZAGS festival. El estres acumulado por la tristeza del vacio de la ausencia, se tranquilizó con las notas de un grupo de Colima que hacía una especie de be-bop que llegó a su climax con un tema dedicado a Coltrane, lo llamaron el "tren chido" o el Cool-traine, divertido el juego de palabras.

El estres de una ausencia que se transformó en cotidianidad del miércoles, casi lo desapareció el excelso gusto de un grupo de Nayarit que tocaba un estilo de bossa-nova, bastante rico, relajante, apasionante, aderezado con el Madrid Trio que tocó algunos covers clásicos del jazz, entre ellos una versión estilo flamenco que me hizo recordar a Steve Stevens y su genial Flamenco A go go.

Pero la gota que derramó el vaso, elo que me devolvió el cuerpo al alma, la vida en realidad, fue el concierto de Jam Sessions del jueves en un teatro Víctor Sandoval que fue acondicionado como excelente pequeño bar-auditorio perfecto para una velada perfecta: mientras mis amigos y yo tomabamos vino tinto chileno, varios de los jazzistas que participaron en el encuentro formaban ensambles nuevos que lo mismo gozaban covers que improvisasiones.

Lo mejor de la noche llegó con un dueto de manos en un piano que protagonizó Eugenio Toussaint y otro de los grandes maestros. Insisto, me han devuelto el alma al cuerpo, la vida. Y el climax del concierto, y con tres botellas de tinto en nuestros cuierpos, lo dio la magistral interpretación de dos piezas de los hermanos Toussaint. Y lo mejor de todo: el festival totalmente gratis. Las de tinto no, pero en realidad pagar 600 pesos por una noche de tinto, los mejores maestros nacionales de jazz y gozar de la excelente compañía de mis amigos, no tiene precio. Es para anuncio de Mastercard.

Mañana voy al Aguas-Blues. Doy gracias a Dios, y a la evolución, por regalarnos la cultura. Bendita y maravillosa cultura.

Salud

miércoles, 22 de octubre de 2008

Del título del blogg

Crisis, una palabra bastante manoseada en todo el mundo: económica, social, laboral, psicológica, de seguridad. Todos estamos en crisis, la unica crisis que no existe es la crisis de la crisis. Tal pareciera que estamos condenados a sufrirla desde aquella famosa tarjeta roja del Creador al mandilón de Adán y a la envaucadora de Eva.

Crisis en un país que desde su nacimiento lo ha estado, no terminaban de gobernar unos, cuando llegaban los otros, esa manía, como mencionaba La Barranca, de hacer un templo sobre otro tlempo. Y llegaron los españoles, a rompernos la identidad, ahora sí que "La culpa es de los tlaxcaltecas" (Elena Garro dixit). Y así nos han ido rompiendo la identidad y la idem, por años y años, apenas eramos monarquía y llegó la república, apenas eramos estado de bienestar y llegó el neoliberalismo.

La crisis hace mella en todo y todos: niños, jóvenes, adultos.

En mi calidad de mexicano, joven e hidrocalido, como nunca puedo presumir de esta crisis:

a) problemas de carácter sentimental que me llevaron de la cima a la sima, en un par de semanas, como una especie de espiral que no se detiene.

b) La crísis económica que a todo mundo nos apanica, y que a mi se me recrudece cuando he comprado un bien inmueble con mis pocos ahorros y mis muchas deudas.

c) La crísis de los 29 pegándole a los 30 que ahora me invade y que me hace sentir como un miserable don nadie, máxime cuando mi padre a esa edad tenía dos casas, un carro, su negocio y dos hijos (sic).

d) La crisis que una hija de la chingada me provocó en la mañana cuando me negó la visa quesque porque yo necesitaba un recibo de nómina y sólo llevaba una constancia de ingresos (¿?)

Y la crisis nos lleva a la soledad, una perra soledad "sin uno mismo", que nos sumerge en el sonido existencial de un grillo que canta y se repite sin sentido en el eco de mi mente. Es lo único que resuena. Cierto, no es tan mala la soledad, lo dijo Bubber:

"En el hielo de la soledad es cuando el hombre, implacablemente, se siente como problema, se hace cuestión de sí mismo, y como la cuestión se dirige y hace entrar en juego a lo más recóndito de sí, el hombre llega a cobrar experiencia de sí mismo".

Agrega Bubber que en periodos de crísis, desde la soledad, es como el hombre logra conocerse más a sí mismo. Desde esta pespectiva lo que nos hace evolucionar es precisamente la crisis, la soledad.

Pues bueno, en esta crisis y soledad en la que me encuentro inmerso, y retomando el problema de mí mismo, al más puro estilo posmoderno, quiero narrar la historia de un joven común y corriente (a veces más corriente que común y otras más común que corriente)en esto que llaman ¿vida? desde la periferia, el estado de Aguascalientes. La historia nos enseñó que los que escribieron lo hicieron sobre los hechos relevantes, pero pocos se avocaron a las costumbres comunes: formas de diversión, problemas amorosos, forma de vestir, y un larguísimo etcétera que es precisamente el que quisiera ahora compartir con ustedes.

Así pues, comienzo esta seríe de crónicas en una triple perspectiva de la periferia: desde la crisis, desde la juventud y desde Aguascalientes.