lunes, 18 de mayo de 2009

LOS MENORES INFRACTORES DE CARA A LA POSMODERNIDAD

Introducción

Choose Life. Choose a job. Choose a career. Choose a family. Choose a fucking big television, choose washing machines, cars, compact disc players and electrical tin openers. Choose good health, low cholesterol, and dental insurance. Choose fixed interest mortage repayments… Choose your future. Choose life.

Las anteriores palabras son pronunciadas por Renton, personaje de Traisportting, en una escena donde huye de la policía después de robar en una tienda comercial; es arrestado y juzgado. Esta secuencia representa a la perfección la prisión continua foucaultiana; una triada perfeccionada por el capitalismo posmoderno (productos-consumismo-cárcel), que pretende imponer plomo o plata, el aséptico calabozo ilustrado que no toca el cuerpo, recurso extremo para someter a quienes que no hayan ido alienados mediante el consumismo y otros sistemas de control difuso; así, un orden legal escudado en un racionalismo con piel de lobo humanista, crea sistemas de juzgamiento de aquellos que quebrantan el orden, entre ellos los menores que infringen la ley. Este problema complejo (menores-hechosantisociales-pena) toma características propias influidas por el capitalismo posmoderno. El presente ensayo se centra, en su primera parte, en determinar la forma en que capitalismo y posmodernidad influyen en el fenómeno de la delincuencia juvenil, plantear las bases del problema para, en la segunda, retomar las ideas de educación y democracia como binomio indisoluble para resolver el problema objeto de nuestro estudio

Capitalismo, posmodernidad y menores infractores
Para analizar los efectos negativos del capitalismo y la posmodernidad, nos valdremos de conceptos teóricos vistos a través del curso.
Ilustración y revolución industrial: la revolución industrial, es hija directa de la Ilustración; aquella, bajo la necesidad de mano de obra, atrajo para sí a los menores de edad, generando que este sector entrara a una dinámica del capitalismo salvaje con todo su séquito de consecuencias. Es decir, bajo los principios ilustrados, se convirtió a los niños en agentes libres que podían, bajo este albedrío, contratar con un patrón. Y aunque posteriormente, con las corrientes socialdemócratas, se les excluyó del trabajo si no cumplían ciertos requisitos que evitaran su explotación, lo cierto es que su incorporación a la dinámica del capital fue definitiva e inatacable.
Razón instrumental: “la propia razón destruye la humanidad que posibilita… mutila a la razón porque sólo se sirve de ésta en forma de una dominación «racional con arreglo a fines» de la naturaleza y de los impulsos, es decir, sólo se sirve de ésta como razón instrumental”. (Habermas, 121). Los menores infractores son afectados por este pensamiento desde dos puntos de vista: cuando por sus métodos racionalistas, obliga a esta parte de la población a marginarse ya que si la razón nos dice que un ciudadano normal debe actuar de cierta manera, luego excluimos a quien no lo hace. En segundo lugar, tratamos a los menores infractores conforme a sistemas de razón instrumental que nos confina a una cárcel donde supuestamente serán rehabilitados.
Castigo y modernidad: el castigo ha sido modificado durante la modernidad, tal y como lo señala Foucault, ha desaparecido el cuerpo como blanco mayor de la represión penal y se ha dejado de lado el espectáculo punitivo. En este sentido, la pena evolucionó adaptando nuevos métodos para el tratamiento de menores infractores, así como las políticas y los procedimientos penales, introduciendo un renovado respeto y cuidado de los derechos fundamentales de los menores (y de los delincuentes en general). Gracias a la modernidad y a la reflexión que este proceso ha suscitado, se ha podido entender más claramente que la infancia y adolescencia son más receptivas a un tratamiento “educativo” y no a uno “punitivo, razón por la cual se entendió que los castigos no contribuían a recanalizar la conducta castigada. Esto es importante, la idea es pues reeducar y no castigar. Michale Foucalt menciona que: “con la palabra castigo, debe comprenderse todo lo que es capaz de hacer sentir a los niños la falta que han cometido, todo lo que es capaz de humillarlos” (Foucault, 109) Así pues, el castigo disciplinario habrá de tener la función de reducir las desviaciones siendo esencialmente correctivo. Para ello será necesario que los menores se sujeten a una tutela; en nuestro estado, ésta tutela esta a cargo precisamente de un Consejo "Tutelar", que tenía una función paternalista.
Hiperacumulación: esta consecuencia del capitalismo expuesta brillantemente por Harvey, genera crisis y a su vez desempleo y pobreza. Estos efectos sin lugar a dudas afectan con mayor ahínco a las clases marginadas, en especial a los menores, propiciando que en determinado momento se conviertan en infractores. El efecto general de uno de los ejes de la modernización capitalista, es la aceleración del ritmo de los procesos económicos y, por tanto, de la vida social (Harvey; 1998: 255): la delincuencia se dispara, pues la vida en sociedad es cada vez más exigente en el plano económico y, para sobrellevar el acelerado crecimiento de la economía, debemos allegarnos de las herramientas que el capitalismo nos ha impuesto para competir por un mejor estatus dentro de nuestra sociedad. Las personas que no alcanzan el nivel que la economía exige, tienden a frustrarse y a buscar otras alternativas para conseguirlo, inclinándose muchas veces por la comisión de algún tipo de delito.
Tiempo y espacio: “La modernización progresiva de las relaciones en la vida social transforma las cualidades del tiempo y el espacio.” (Harvey, 1998: 253). Señala Foucault (45) que desde el siglo XVII se comenzó a presentar una disminución en los delitos sangrientos y violentos, los cuales fueron suplantados por delitos patrimoniales, así en este siglo nace, la concepción de marginalidad y su conexión con el estereotipo del delincuente.
Posmodernidad, delincuencia juvenil y grupos sociales: el consumismo posmoderno marca las clases sociales condenándolas: actualmente, “clasificamos a los individuos en géneros, grupos de edad, etnias, clases sociales y grupos de status.. clasificar es necesariamente evaluar, es decir, establecer malévolas distinciones.” (Lash, 39). Esta distinción ha provocado en los menores una repetición de los patrones establecidos y de la forma de comportarse de las personas más cercanas a ellos, es decir que, si los niños están creciendo en un ambiente en el que las clases sociales y las diferencias dependen de la forma en que se consume, pueden crecer con la idea de tratar de conseguir penetrar en determinada clase social o tener cierto status diferente. Dentro de la clase social más marginada, los niños y adolescentes son más influenciables a cometer alguna clase de delito con el fin de desarrollar un status social mejor. El poder adquisitivo de los jóvenes y adolescentes como fuente esencial de la identidad fue producto del cambio cultural que produjo un efecto desestabilizador sobre la identidad de clases, de esta manera se da el nacimiento de una adolescencia como una categoría socialmente construida. Ellos, con su nueva cultura y subculturas definieron un periodo de la vida, un registro temporal en el que se cuestionaba y descentraba una normatividad rígida previamente establecida. Los menores infractores al no sentirse identificados y apoyados por la sociedad, rompen las reglas sin importarles las consecuencias, pues solo están buscando el bien individual, no el grupal. Como sabemos, la adolescencia es un período de vida desestabilizador para el menor que la adolece, lo que agrega una variable que puede influir en su determinación para cometer algún delito; aunado a esto, los mensajes lanzados indiscriminadamente por los medios masivos de comunicación, vuelven más vulnerables a esta población. Hablando un poco más del consumo y su repercusión en el comportamiento, dice Lash “La cultura posmoderna estimula el consumo de bienes entendidos más como valores de signo que como valores de uso…si las mercancías funcionan esencialmente como símbolos y los individuos las usan para establecer distinciones de envidia entre ellos y otros individuos, entonces, en principio, no hay límites para la demanda.” (Lash, 65).

Dominación de los menores infractores: Picó señala la existencia de un aparato de dominación que ha conducido en la sociedad industrial avanzada a un sistema total de delirio, en el que el sujeto se ha vuelto superfluo. “El individuo se contrae a un complejo de relaciones convencionales y modos de funcionamiento que el sistema exige de él”. (Picó, 121). En este sentido, el sistema actual exige de sus gobernados un cierto comportamiento que no transgreda el orden establecido.

Hacía una democracia deliverativa y sustentable
Como podemos ver en el punto anterior, el menor que delinque se ve influenciado por un sistema capitalista que exige incorporarlo a su necesidad de mano de obra, de consumismo y que, frente a la hiperacumulación lo excluye del trabajo y por ende de la posibilidad de acceder a ciertos bienes de los que tiene una necesidad creada. Cuando delinque, se le somete a sistemas racionalistas en extremo, que lejos de reeducarlo, lo castigan. Para poder resolver esto, es necesario valernos de la educación en la democracia. Amy Gutmann y Dennis Thompson nos dicen que: "La democracia deliberativa inquiere a los ciudadanos y funcionarios para que justifiquen públicamente sus políticas dando razones aceptables para los afectados por las medidas. Esta disposición implica tres principios -reciprocidad, publicidad y responsabilidad" (Mihailovic, 2005: 39). El término reciprocidad lleva de la mano el concepto de justicia. En este caso, es necesario usar este valor en los centros tutelares, si por reciprocidad entendemos aquella capacidad de buscar términos justos tanto para los menores infractores, como para el personal que labora con ellos, y para la sociedad en general, todos saldremos. El estado debe velar por los intereses de todos y cada uno de los que conformamos la sociedad, mediando entre el altruismo y el interés personal.
Przeworski y O'Donnell subrayan la fuerte necesidad que tienen muchos estados en el mundo, de extender su acción social con fines de legitimidad y gobernabilidad. La democracia sustentable "surge para pensar los problemas que tienen las democracias para mantenerse en contextos de escasez y de poco desarrollo, con enormes desigualdades y rezagos sociales, como los de América Latina." (Mihailovic, 2005: 41). Todos estos factores, estas características sociales y económicas influyen en la predisposición a las conductas infractoras de menores. Ahora bien, para sustentar la democracia, debemos generar mayor equidad, es decir, que el gobierno atienda responsablemente la cuestión social, pero sobretodo la educación. Respuesta fácil de dar, pero difícil de actuar. Mientras en el pasado, instaurar un régimen democrático era necesario para promover un desarrollo económico y social más justo y equitativo; en el presente ocurre a la inversa: promover un desarrollo económico y social más justo y equitativo es una condición para la democracia. Tendríamos pues que generar igualdad de oportunidades, tener realmente equidad en las cuestiones sociales.
Conclusiones

1. La herencia de la ilustración, la razón instrumental y su producto directo para nuestro ensayo (la pena en la modernidad de que habla Foucault) agravan el problema de los menores que cometen delitos. De igual forma, un capitalismo consumista que genera sobreoferta de mano de obra, lanza a la pobreza y la exclusión a los menores infractores. Si a esto sumamos que los hábitos de consumo generados crean menores ávidos de productos, veremos aumentada la criminalidad, en especial en materia de delitos patrimoniales.
2. Bajo esta tesitura, la solución se torna necesariamente a través de una democracia participativa y sustentable que privilegie la educación democrática, desde el inicio de la vida del menor; y claro, en caso de una sanción penal, tendría que privilegiarse la educación en el tratamiento de readaptación. Sin embargo, concluimos, esta solución solo es un paliativo, la verdadera readaptación, es en realidad una adaptación desde edad temprana, a través de una educación basada en la igualdad de oportunidades.

BIBLIOGRAFIA

Beck, U., Giddens, A. (S.F.) Modernización reflexiva Capítulo I: La reinvención de la política: hacia una teoría de la modernización reflexiva. Alianza Editorial.

Berman M. (S.F). Todo lo sólido se desvanece en el aire Marx, el modernismo y la modernización. Editorial Siglo XXI.

Casullo, N.(ed.), (1993). El debate modernidad - posmodernidad, Buenos Aires: Ediciones El cielo por Asalto.
Foucault, M. (2002). Vigilar y castigar. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
Habermas, J.(1989). El discurso filosófico de la modernidad. Madrid: Taurus.

Hardt, M., y Negri, T. (2002) Imperio. Argentina: Paidos.
Harvey, D. (1998). La condición de la posmodernidad: Investigación sobre los orígenes del cambio cultural. Buenos Aires: Amorrortu.
Harvey, D. (2004). El nuevo Imperialismo. Madrid: Editorial AKAL.
Held, D. y McGrew, A. (2003). Globalización/Antiglobalización. Barcelona: Paidós.
Jay, M. (1974). La imaginación dialéctica. Madrid: Taurus.
Lash, S. (1997). Sociología del posmodernismo, Buenos Aires: Amorrortu.
Mihailovic, D. (2005) Pulsos de la Modernidad. México: Plaza & Valdes-ITESM. “De la globalización neoliberal a la geopolítica de Mad Max 2”. pp. 47-64.

Picó, J.(Ed.), (1994) Modernidad y postmodernidad, Madrid: Alianza Editorial.
Ruiz, M. (1998). Menores Infractores. Una pedagogía especializada. México: Ediciones Castillo.
Tocaven, R. (1993). Menores Infractores. México: Porrúa.

martes, 3 de marzo de 2009

Nunca supe que era mi conciencia

Apareció brincando y grillando, así, literal y metafóricamente. Un saltito aquí otro allá. Hubiera querido tener una tarántula o un escorpión de mascota, como los que tuve de niño, y dárselos de comer; pero no, hacía años que mi mamá había terminado vía un Raid Casa y Jardín con el último de mis bichos.

Simple y llanamente lo aplasté. Su cuerpecillo se esparció como una masa nauseabunda de color blancuzco. Quedó embarrado en el piso como un pedazo de chicle. Y Pepe Grillo no pudo darme consejos y valores.

Nunca supe que era mi conciencia. Y es un alivio; de haberlo sabido, ahora cargaría con el peso de haber asesinado, intencionalmente, a mi propia conciencia.

martes, 24 de febrero de 2009

Y me sentí como el Rey Lear…

Fui lanzado a la calle; fui desnudado, y deje mi atuendo modernista. La única capa que me cubría cayó, y me encontré aguardando la intemperie. Desgarrado de mis últimos restos de dignidad humana. Me sentí como un lector postmoderno que perdió el rumbo histórico, “Más prozac y menos Platón” invirtiendo el orden del tiempo y el espacio.

Sin embargo, ahí en la mitad de la nada, sumido en la crisis de perder todo lo que creía mío, me di cuenta de algo que ya sabía: lo único mío, soy yo.

“Sóis precisamente eso: un hombre desguarnecido...”,

Y salí a las calles de una ciudad que quiso ser moderna, y ahora se esfuerza por volver a los orígenes: por crear calles de barrio, por ensalzar templos barrocos llegados a destiempo; por edificar enormes monumentos a la estulticia que significan 22 hombres detrás de un balón, en medio de comunidades que morían en el pasado de un silbido de ferrocarril.

Y las viejas zonas industriales que fenecieron con una típica y recurrente crisis capitalista, que se llenaron de prostitutas y gays con olor a tripas fritas en aceite, ahora se llena de cultura, del fuimos.

Y entendí que encajaba perfectamente en esta ciudad que no se atreve a tener identidad; que, mejor dicho, se resiste al encasillamiento moderno y sus formas racionalistas de urbanizar; que prefiere la pluralidad de lo antiguo y lo moderno; de lo falso y de lo verdadero.

"Fuera, fuera préstamos"